Las burlas son en ocasiones una etapa de crecimiento que casi todos los niños experimentan. Pero en ocasiones la burla repetitiva hacia un niño puede convertirse en acoso. También cuando hay una intención consciente de lastimar a otro niño. Por eso los padres tenemos que estar pendientes de que nuestro hijo no sufra acoso de ningún tipo.
El bullying puede consistir en acoso verbal mediante amenazas o insultos, acoso psicológico excluyendo a los niños o difundiendo rumores sobre ellos e incluso acoso físico con conductas violentas como golpear, empujar o quitarle sus cosas a un niño. “Una definición contextual del bullying se refiere a una situación social en la que uno o varios escolares toman como objeto de su actuación injustamente agresiva a otro compañero y lo someten, por tiempo prolongado a agresiones físicas, burlas, hostigamiento, amenaza, aislamiento o exclusión social aprovechándose de su inseguridad, miedo o dificultades personales para pedir ayuda o defenderse”, como explica en este
estudio.
Cómo comienza la intimidación
El bullying se dispara en todos los países a una gran velocidad en los últimos años. En 2017 España superó por primera vez las mil víctimas por bullying en un año. Un centenar de víctimas más que el año anterior y 164 más que hace un lustro. El teléfono contra el acoso, por su parte, ha detectado más de 12.000 posibles casos desde que se puso en marcha de 2016, según datos de mayo de 2018.
La intimidación puede comenzar en cualquier etapa educativa. Suele intensificarse en los últimos cursos de Primaria y en la etapa de Secundaria. Las víctimas de la intimidación a menudo son tímidas y suelen ser físicamente más débiles que sus compañeros. También pueden tener baja autoestima o habilidades sociales deficientes, lo que les condiciona defenderse por sí mismos. Los acosadores consideran a estos niños como objetivos seguros porque generalmente no toman represalias ni cuentan su situación.
Los efectos del Bullying
Si nuestro hijo es víctima de acoso escolar seguro que está sufriendo física y emocionalmente pero quizás tenga miedo a contarlo. Uno de los primeros indicios es una bajada de notas. Suelen pensar que ellos están haciendo algo mal y se despistan en clase pensando en qué les puede ocurrir.
Cuando el acoso escolar se intensifica los niños suelen tener miedo a acudir a clase. Suelen buscar excusas como dolor de estómago o de cabeza. También pueden tener crisis de llanto frecuente y de culpabilidad al pensar que algo ha hecho mal. Si los padres y los profesores no ayudan al niño podría sufrir problemas de baja autoestima y depresión pueden durar hasta la edad adulta e interferir con la vida personal y profesional.
Incluso los acosadores también pueden verse afectados en la edad adulta. Los expertos creen que tendrán más dificultades para establecer relaciones positivas e incluso serán más propensos a adiciones como el tabaco o el alcohol e incluso a cometer delitos.
Cómo podemos ayudar a nuestro hijo
Lo primero es intentar que nuestro hijo nos cuente lo que le está ocurriendo. Tenemos que dejarle espacio para hablar y ser empático con lo que nos cuenta. Si tiene problemas para verbalizar los sentimientos podemos recurrir si es pequeño a marionetas o animales de peluche.
Una vez que nos lo cuente debemos empezar a ayudarle a solucionar el problema. Tenemos que comunicar la situación a los profesores para que le ayuden en clase. También hay que intentar que amplíe su círculo con nuevos amigos y compañeros.
No suele ser una buena idea acudir al padre o los padres del niño o los niños acosadores directamente como no sea un amigo cercano. Lo mejor es buscar un intermediario que suele ser el profesor o el tutor de su clase. Hay que intentar llegar un acuerdo con el otro padre y que no se convierta en un intercambio de reproches.
La respuesta del centro escolar a las burlas
En el centro escolar tendrán que mostrar una respuesta efectiva. Muchos centros tienen programas especialmente diseñados para crear conciencia sobre el comportamiento de intimidación y para ayudar a los padres y maestros a enfrentarlo de manera efectiva. El centro escolar tiene que trabajar con los padres para ayudar al niño acosado y ofrecerle soluciones prácticas y rápidas a la situación.
Cuando las burlas se repiten con una intención de lastimar a nuestro hijo, es importante actuar cuanto antes y hablar con el profesor. Quizás él no se haya dado cuenta de la situación y con nuestro aviso le estamos alertando de lo que está ocurriendo en su clase. Las burlas pueden ocurrir en los intercambios entre clases, los recreos e incluso a la salida de clase.
Tenemos que comunicarle al profesor todas nuestras dudas y que nos indique cómo debe responder a las burlas. Si el profesor no atiende a nuestra preocupación, tendremos que consultar con el psicólogo u orientador del centro escolar e informar a la dirección del centro.
El Mundo
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